Vivian Maier - Maternidad Socializada
Esta imagen me resulta muy sensible y emotiva. Cómo presenta dos
personajes mostrando solo las piernas de uno y el acéfalo cuerpo del otro, pero
inmediatamente se entiende la relación de madre e hija. Una pequeña hija que no
llega a ver el mostrador, que tiene un punto de vista que no le permite ver lo
que si puede su madre, y la toma de la ropa para no separarse de ella. Me
recuerda esa etapa de la vida, donde mi madre me transmitía su miedo a perderme
por lo que me le quedaba pegado, formando con ella un cuerpo. La niña está de
blanco, pura, inocente. Por su altura se pierde parte de lo que está ocurriendo
en ese lugar, y lo mismo nos pasa a nosotros por el punto de vista de la
cámara. A la madre la vemos oscura, de negro, que transmite sensaciones
opuestas a lo que la ropa de la niña. Y estos dos colores se relacionan también
en el piso, que por más que están juntos, el contraste, la diferencia lo
separa. El pie de la madre está entrando en la oscuridad, mientras que la niña
todavía está en la luz. La perspectiva, las líneas dentro de la imagen conducen
hacia esa oscuridad. En el fondo se ve un hombre fuera de foco, vestido de
negro, que parece que se está dirigiendo hacia esta niña, quien le da la
espalda y se mantiene mirando a su madre que es su lugar seguro.
La elección del encuadre le da valor al fuera de
campo, a todo lo que no vemos. Esa es la sensación que me trae, la de cuando
era pequeño y no podía ver todo porque los espacios estaban diseñados para
otras alturas, y mi madre funcionaba como mis ojos, como mi lugar seguro.
Felipe González Otaño